Wednesday, February 08, 2006
¿Los gays nacimos para estar solos?
Dicen que nacemos y morimos solos. Ningún dicho podría aplicarse mejor para describir un estado inherente a la gaytud.



Un amigo mío dice siempre: los gays no somos malas somos solas.
¿Nací diferente? ¿Me volví diferente después? A quien le importa más que a algún disecador mental.

Soy diferente. Y desde el principio esa diferencia nos envuelve como una segunda piel. Sin pelos, sin poros, que no suda, pero que nos rodea y a veces nos asfixia. Eso cuando tenemos registro de que existe. Los afortunados. Otros, simplemente viven sin notarla, como un limbo a través del que ven el mundo sin entender la distorsión que eso que no ven, produce. Efecto óptico de la diferencia que solo deja la asfixia.

Luego aparece el deseo. De ser, de otro, de mí. En la adolescencia para la mayoría, más tarde para otros. Nunca para unos cuantos. Y esa segunda piel deja de ser neutra y arde, pica, duele. Se nos hace consciente.

Deja de estar para ser.Zonas sabidas pero ignoradas toman el mando. El deseo informe se hace cuerpo y el sexo una obsesión. Este proceso común a todos, en mí, diferente que aún no sé nombrarme -o que tristemente lo he sido por otros- se potencia, se bifurca.

El objeto deseado es un objeto prohibido. El esfuerzo de normalizarnos lleva a muchos a fingir lo que no es. Aparecen las novias, los fingimientos, las mentiras. El temor a que los otros sepan. Fantasía de transparencia donde puede ser leída mi diferencia.

Crecemos y nuestra segunda piel ya fue integrada. Tengo una idea de quien soy, pero no de como ser. Estoy solo y soy consciente de estarlo.
Inauguramos la lucha contra la soledad con la fantasía del otro salvador por el que haremos y daremos cualquier cosa.

Así empieza la búsqueda. Del otro y a través de él de mí mismo, cuando debería ser al revés. Del saber quienes somos al conocimiento de lo que buscamos. Inversión de los invertidos.

Y está bien porque a la larga nos construimos a nosotros mismos. Como bien lo dice Arnold, el personaje de "Amor, extraño amor", en una discusión con su madre: "tuve que aprender gas, plomería, a coser, a cocinar... porque solo me tuve a mí mismo...". Somos nuestra propia inversión.


Muchos no acordarán. La ficción de verse rodeados de gente no les deja ver el camino recorrido. Camino feroz y feliz al mismo tiempo. Camino zigzagueante como ningún hetero recorrerá jamás: el de la construcción de una identidad a contrapelo hasta el momento en que nuestra segunda piel aprende a hacerse inmune, a sentir y sentirse, a gozar de una piel similar traída por alguien nunca tan semejante.

Alguien dijo que un homosexual lo es porque busca en el otro su propia imagen. Nada más cierto solo que no es imagen sino recorrido, igualdad en lo diferente. Una piel sedienta de una piel semejante, con las mismas heridas y los mismos goces.

Narciso buscando a Narciso mas no en un reflejo sino en la vitalidad de una realidad que aísla. ¿Gueto? Puede ser y si es así, bienvenido. Para mí es comunidad en la que puedo entrar cuando quiero y soy bien recibido. Espacio donde la soledad se quiebra un momento para volver a cerrarse.

Donde me abro para creer que no estoy solo en la fugaz ilusión de una cama, en una charla de chat, en un café que no lleva a ninguna parte, en una disco donde el sonido hace de todos, uno.

A veces, pocas, trasciendo. Y encuentro a alguien que me acompaña un momento que no puede medirse más que por su intensidad. Somos Ágape y Eros que alejan a Tánatos. Pero solo un momento y después a arreglárnoslas solos. Que es nuestro estado civil.
 
posted by handy chiri at 12:10 PM | Permalink |


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